Hoy me llaman la abandonada, fui la niña de los ojos de mi creador, me contempló con una gran belleza y con la riqueza natural más grande de todas las naciones.
Sabes hermana, hace mucho tiempo te abrí mis puertas, te di la mejor acogida, te hice entrar por mi puerta grande y ocupaste los mejores lugares; era la época de mi abundancia, por lo que los tuyos pudieron entrar, comieron y disfrutaron todo lo que mi suelo les regalaba; donde mis hijos se mostraron amables y de buen sentimiento porque de eso les sobra en abundancia ¡son generosos!; aquí nunca se sintieron ignorados o rechazados, al contrario, les recibieron con una sonrisa y una mano dispuesta ayudar. ¡Esa es la mejor característica de todos mis hijos!