Hoy me llaman la abandonada, fui la niña de los ojos de mi creador, me contempló con una gran belleza y con la riqueza natural más grande de todas las naciones.
Sabes hermana, hace mucho tiempo te abrí mis puertas, te di la mejor acogida, te hice entrar por mi puerta grande y ocupaste los mejores lugares; era la época de mi abundancia, por lo que los tuyos pudieron entrar, comieron y disfrutaron todo lo que mi suelo les regalaba; donde mis hijos se mostraron amables y de buen sentimiento porque de eso les sobra en abundancia ¡son generosos!; aquí nunca se sintieron ignorados o rechazados, al contrario, les recibieron con una sonrisa y una mano dispuesta ayudar. ¡Esa es la mejor característica de todos mis hijos!
Ustedes tuvieron grandes oportunidades y en mi mesa no comieron migajas sino mis mejores platos, lo mismo que también comían los míos. Te recuerdo que muchos se enamoraron de mi suelo y aún están aquí.
Otros regresaron cuando tú te levantaste de aquel infierno que hoy vivo, y fue desde este mismo suelo que comenzó tu independencia, gracias al espíritu de mis libertadores, sabes que a nosotros no nos gusta sacar las cosas que una vez en bien hicimos, pero a veces es necesario recordar, ¡recordar! Recordar que a lo largo de mi historia fui una de las naciones de latinoamérica que más inmigrantes ha albergado en su territorio; muchos europeos, del medio oriente y otros latinoamericanos como tú, que fuiste una de las más fuertes olas de migración que mi suelo recibió, donde estaba toda mi gente con su sonrisa y amabilidad, dispuesta a ayudarlos y cobijarlos haciéndolos sentir como hermanos.
Pero hoy corre la noticia por todo el mundo de que los quieres despedir, ¡sí, despedir! A mis hijos que se fueron a refugiar allá, que aparte de llevar sus maletas, escondían su dolor detrás de aquellas lágrimas que caían sin que yo pudiera recogérselas, porque el dolor más grande que sentía era mi impotencia de no poderlos retener y que cada vez que se despiden de mí, sangra más el color rojo de mi bandera y mis estrellas caen al piso por mis valiosos talentos que hoy se van, y estoy segura que lo hacen para poder ayudar a los que se quedan, porque si no, nos hundiríamos todos y esa no es la idea. Sé que desde allá o desde cualquier parte del mundo donde se encuentren, están haciendo algo por mí.
Pero te aseguro hermana que cuando salga de esta esclavitud en que fui sometida, volveré a recuperar mi suelo y volveré a iluminar como antes, vistiéndome de alegría y de fuerza, donde mis riachuelos se convertirán en grandes ríos y en mi mesa el pan será abundante, porque todavía sigo siendo la niña de los ojos de mi Dios. (Sal 17,8) Entonces mis hijos regresarán con cantos de alegría, para gritarle al mundo mi libertad, porque mi nombre será para todas las naciones “VENEZUELA LIBERTAD”.
Esperaré con ansias de nuevo a tu pueblo, que Dios te bendiga hermana.
«Estoy segura de que cuando se termine de discriminar, dividir y entendamos que todos somos hermanos, entonces nos tomaremos de la mano independientemente de nuestra religión, color, lengua o raza y comprenderemos que pertenecemos a un solo proyecto creado por Dios». (Texto tomado del libro Caina Libertad )
Como un apoyo a todos nuestros hermanos venezolanos en Panamá y a todos los que nos encontramos en cualquier parte del mundo, por nuestros hermanos venezolanos que siguen luchando desde nuestro propio suelo reciban nuestro apoyo recordándoles siempre que somos todos: “PURO TALENTO VENEZOLANO”.
“Venezolana de pura cepa” Mary Jeanne Sánchez autora del libro Caina Libertad. Amor de Guerrera.
Disponible en las siguientes tiendas
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