La chica del bolso rojo, dicen que se la pasa callada, que no habla con nadie y que cuando llega a su casa, apenas saluda a su madre entra a su habitación. ¿Qué le pasará a esta chica?
Me contaron que ayer la pasó peor que todos los días, y es que cuando fue al baño, ¡sí! ese, el de la escuela, había en la pared un escrito grande que decía: “La chica del bolso rojo es una prostituta”.
Las letras eran tan grandes que se quedaron grabadas en su mente, así como también las risas de burla que recibía al salir del baño de sus compañeras de clases que estaban allí y de otros jóvenes de la escuela que con grandes carcajadas contagiaban al resto de las personas que iban de paso.
Ella bajando la cabeza daba pasos apresurados para entrar al salón escuchando voces que decían: “Esa es la chica del bolso rojo”, y colocando su bolso detrás de sus hombros salía con los mismos pasos apresurados a tomar el autobús para regresar a casa mientras el resto de sus compañeros la miraban riendo y murmurando.
En aquel autobús destino a su casa y sentada en el primer asiento mirando hacia atrás, veía las caras de aquellos que con diferentes muecas la señalaban mientras partía hasta que doblara la esquina y así no ver más aquel episodio repugnante, mientras acomodándose en su asiento apoyaba la cabeza en aquella ventana grande, que en ese momento era la única cosa buena para salir de aquel horroroso sitio, mientras las lágrimas caían y su mirada distraída se desplazaba por las calles de la ciudad hasta llegar a su casa, donde sin saludar a su madre entró en su cuarto y tomando un lápiz y un papel comenzó a escribir sin importarle que sus manos se congelaban en aquel cuarto grande de paredes grises en aquel invierno fuerte de bajas temperaturas que azotaban a la ciudad.
“No soy prostituta, fue una noche de diversión donde la pasaríamos bien”, esas eran las palabras de mi amiga Gladys cuando llegó a mi casa aquella tarde invitándome a la fiesta de la escuela, ella me dijo que la pasaría bien, era mi primera fiesta, tanto fue la emoción que tenía por ir por primera vez que estuve lista horas antes de comenzar la fiesta, le envié varios mensajes donde le decía: ya estoy lista, ven por mí, fueron como cinco de éstos, pues no veía la hora de estar allí y disfrutar tal como ella me lo aseguró.
Cuando llegó ese momento era maravilloso, estaban todos los de la escuela, había música, brindis, cantos, bailes, ¡yo me sentía feliz!, pues nunca había estado en algo así, tan emocionante y con movimientos desencadenados comenzamos a bailar mientras mi amiga me daba de tomar aquel horroroso coctel; mi cabeza comenzó a girar, provocando en mí una sensación de felicidad y todos nos abrazábamos, quedando mi inocencia atrás, cuando ya en manos de aquel chico maravilloso y con sus juegos me hicieron caer en sus monstruosos juegos cuando fui sorprendida por las luces de aquellos celulares que filmaban aquel horroroso e infeliz momento, por el que hoy estoy en la boca de todos y que cuando salgo a la calle todos me señalan y dicen: "¡Esa es la chica del bolso rojo, la del video!".
Lo que ellos no saben es que mi nombre es Karla, ¡la hija perfecta de mis padres!, así me lo gritó mi padre antes de partir la noche antes de su terrible accidente: Karla nuestra hija perfecta, mientras yo lo despedía por mi ventana apretando en mi pecho su último regalo, mi bolso rojo que siempre llevo conmigo.
Pero lo que el mundo no sabe es que todavía sigo siendo perfecta y que las personas perfectas están en un lugar perfecto, ¡sí ese mismo, al lado de Dios!, porque no siendo perfecta estaría allí en ese mundo imperfecto burlándome de otras Karlas como yo.
Odié mi escuela, odié a mis amigos, odié al mundo; pero yo Karla, la chica del bolso rojo, le di valor a lo que fue mi existencia cuando comprendí que mi escuela no fue mala que mis amigos no fueron malos, que el mundo no fue malo, que malo fue en la vida el que no nos enseñó a amar y a respetar a nuestros semejantes, malo fue el que no nos enseñó que para ser fuerte no es necesario hacer daño.
Yo Karla, no fui la víctima, las víctimas son otros que aún no pueden vencer su sentimiento de infelicidad, que esconden su problema con risas y burlas, creyéndose así, más fuertes que los demás, cuando en realidad son débiles porque ellos no provocaron las muertes de ninguno, ellos simplemente, con esa actitud ¡ya están muertos!”.
Todos tenemos luchas e historias que contar, Respetemos a nuestros semejantes.
Palabras de una joven que venció el bullying: “el único motivo por el que todavía estoy en pie, es porque mi mente y mi corazón son fuertes cosas de Dios”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) junto a La Organización de las Naciones Unidas (ONU), reflejaron hace pocos meses un informe preocupante. Cada año se suicidan en el mundo alrededor de 600 mil adolescentes entre 14 y 28 años por causas relacionadas con el bullying, siendo Europa el continente más golpeado con 200 mil suicidios por año.
Considero que la educación fundamental de un individuo debe comenzar en la familia, específicamente con los padres porque es la formación más adecuada para desarrollar la personalidad del individuo y sus patrones de conducta.
Enseña a tus hijos el respeto por sus semejantes, que todo ser humano es igual a los demás, sin importar las deficiencias, recuerda que la buena actitud de un ser individuo en cualquier ámbito que se desenvuelva dependerá siempre de la forma en cómo fue educado; las escuelas juegan un papel muy importante en su formación, deberían realizarse grandes proyectos y que cada proyecto incluya técnicas que ayuden a orientar tanto al que se dedica a hacer bullying como al que es atacado siempre basado en grandes enseñanzas y que en estos proyecto también se incluya a los padres.
Si todos nos ocupamos en esto, estaremos construyendo un mundo más sano y de buena convivencia. “Siempre de la mano de Dios, este sería un mundo perfecto”.
Alemania, 30 de enero del 2017
Mary Jeanne Sánchez
Autora del libro Caina Libertad. Amor de Guerrera. EL Rey Y las Siete Rosas , Detràs del Pètalo wattpad
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